sábado, 22 de noviembre de 2014

Recuerdos de mi vida...




Puedo decir que si existe alguien con un contacto directo con la Alquimia toda su vida, ese soy yo.
Aunque con temporadas vitales en contacto realmente directo y otras veces desapegado, toda mi vida,
mi experiencia vital ha girado en torno al misterio y la experiencia maravillosa y puedo decir extra
terrena o extra-ordinaria del Viejo Arte.
De mis recuerdos de muy pequeño realmente tengo poco que decir, salvo los normales en todos los niños; tener que levantarse muy temprano para ir al colegio, la mama despertándome de mis dulces sueños y a continuación el desayuno, luego la caminata hasta la escuela en aquel llano y extremado paisaje de La Mancha, vuelta a la comida a base de legumbres, patatas, pescado, etc... por las tardes un poco de ocio y algunas vivencias mas socializadoras o liberadoras en la escuela de Arte que entonces regentaba mi padre. Pero para entonces aquel padre tan artista, aun siendo yo tan pequeño, le veía lleno de una sutil comprensión y discernimiento de las cosas inusuales en ningún otro hombre o ninguna otra persona mas, su sensibilidad, su explicación  tan florida, subjetiva, individual y original de las cosas, especialmente recuerdo en esta dirección su ojo fotográfico y captador de la belleza especial de los motivos que pintaba, desde pararse en una curva de cualquier carretera a tomar una fotografía de un valle lleno de una luz especial al atardecer, con el sol poniente anaranjado y algunos olivos o almendros semi secos por los ribazos entre los cobrizos campos manchegos. y su individualidad imponente y exclusiva a la hora de plasmar en el lienzo lo que su retina y diría yo su alma había captado, ajeno a todo convencionalismo ni floritura extraña. Pero lo que si cabe más impresionó mi ser a esa temprana edad de alrededor de 10 años,  fue su vivencia tan directa y real de la religión, que no se limitaba a una predicación lejana y mística del sacerdote ni a una filosofía social como la de sus amigos, sino a una vivencia real y fe sin ningún genero de dudas en el Señor Jesucristo y la madre María, así como su practica real y diaria de ayudar a todos los pobres pedigüeños que veía, sus gestos de gran corazón cuando en la escuela de Arte mostraba
y alababa ante toda la clase el perfecto o bello dibujo que había realizado la niñita fea a la que
ningún chico se acercaba, o la adquisición de cartones de aquel pobre hombre a la puerta del "palacio"  de Riansares que no tenía otra cosa de qué vivir, como la de las pajaritas que hacía aquel pobre chico que parecía discapacitado en un rincón de un mercadillo medieval de Madrid, tras lo cual mucha otra gente se acercaba al abandonado lugar a admirar las pequeñas obras de arte del ignorado chaval.
Un gran corazón, sensibilidad y un gran aprecio respetuoso por el Arte y la Naturaleza en todas sus formas.

Lo cual empezó desde que yo recuerdo a generarle no pocos problemas en el ambiente "brutal" del pueblo, incomprensión cuando no burla y algunas otras cosillas algo peores. Pero nada de esto ni cosas superiores jamás prácticamente hicieron mella en el Artista que cuando hablaba siempre lo hacía con gran carácter y desde el corazón directamente. Diría yo que incluso a veces le veía salir la intención directamente del corazón al hablar. Y su enorme pero monumental, grandioso idealismo, que nada tenía en común con imaginaciones, slogans o fantasías juveniles de la época, ni siquiera con ningún genero literario o filosófico que yo pudiese conocer, sino que daba la impresión de que le venía de otra dimensión, de no se sabe donde, en pro de un mundo verdaderamente bello y humano, donde no existiese el dolor ni la enfermedad ni la pobreza ni las injusticias y fealdades de la vida y donde todo es bello, verde y florido como sus siempre añorados "praos" de Asturias, la patria de la abuela, que mucho gusto tenía numerosas veces en retratar y plasmar en sus lienzos con no poco floritura e idealismo.
Pero todo ello hay que decir que contrastaba con la vida del día a día, principalmente por verse aquejado de una grave enfermedad, unos cólicos de riñón que le hacían sufrir mucho por no tener cura conocida que al parecer había adquirido bastantes años atrás de que yo naciese, en Francia, cuando trabajando se intoxicó con las pinturas y disolventes con los que trabajaba al no haber tantos medios de protección como hoy en día. No había cura farmacológica conocida para sus terribles dolores, ni prácticamente nada mas, salvo guardar dieta estricta de los alimentos formadores de ácido oxálico, e intentar alguna vez alguna cura de limón o algunas hierbas que algo le mejoraban pero no conseguían acabar con la enfermedad , encontrando el único alivio en una inyección semanal intravenosa de Buscapina, el mas fuerte o uno de los mas fuertes calmantes quimioterápicos que existen. Paralelamente a su terrible padecimiento, que yo vislumbraba alguna vez cuando me dejaban verle en cama chillando o quejándose y con los ojos blancos y llorosos, iba aumentando sus ruegos a Dios, pues siempre fue una persona muy religiosa, rezaba tres veces al día, al levantarse, a las doce del mediodía y al acostarse.

Y siempre con la Biblia en la mano, y lo más curioso, extraños y viejos libros que adquiría a veces con lo poco que le llegaba en el Rastro de Madrid además de en una librería- papelería que había cerca de casa. Libros que le dejaban siempre con un extraño gesto y yo percibía en él una cierta luz, como si algo comprendiese de aquellos libros, hasta que un día dijo que él tenía que hacer lo que allí decía, encontrar una medicina que le pudiese curar definitivamente de su terrible mal que le tenía incapacitado para trabajar físicamente y moralmente también.
Las veces que recuerdo que las vivenciaba con más miedo es cuando mi padre albergaba tal congoja en su alma de tanto padecimiento que con la cara desencajada y apesadumbrada le decía a mi madre:
"Mari... yo ya no puedo aguantar esto. No sé que va a pasar con esta familia". Y el susto y la pesadumbre y el miedo de mi madre era cada vez mayor.
Pero pese a todo su espíritu era mas fuerte y siempre se levantaba de la caída, a una crisis sucedía
un resplandor y un buen día decidió convertir una habitación del piso de abajo de la casa en un "taller", que pronto empezó a llenar de extrañas botellas, cacerolas, alambres y otros cacharros raros. Libros se amontonaban en las mesas y estanterías metálicas, de esos que compraba en el "Rastro", tan difíciles de comprender siquiera solo por su título. Libros llenos de misterio, medievales, con nombres de autor algunos graciosos, como de chiste, o sacados de alguna película de aventuras. Llenos de alegorías creadas para despistar a los "listos", los listos de este mundo, como decía mi padre, pero para guiar hacia Dios a los temerosos de El, como también él decía.
Y el se metió, se metió en el asunto... inventando toda clase de aparatos, de vidrio, metálicos, cacerolas, un buen día le vi armando un horno de tipo muy antiguo, con una cazoleta metálica en el centro, una campana arriba y un espacio para meter la leña o el carbón debajo; que primero creo hizo uno para leña, y luego otro para carbón, ya no recuerdo muy bien. Un pequeño extractor arriba y el perro de la casa, el "Robi", que no paraba de ladrar. Golpes y golpes sin parar; algunos bien fuertes y de noche o al alba.
Pero pronto también empezaron a suceder algunas cosas "raras"... aquella vieja casa de pueblo donde vivíamos, retumbaba por los cuatro costados en los días de viento... y otras cosas que me callo por también no recordar muy bien. Y mi padre que tenía muchos y extraños sueños... que le decían cosas, que tenia un "maestro", que Dios le iba a ayudar y le estaba favoreciendo, que se lo "decían"... pero, ¿quien? No lo se. En mi imaginario infantil ya me imaginaba palacios dorados de donde salían ángeles o superhombres que bajaban volando a la cama de mi padre a decirle cosas. Cosas extrañas. Soñaba con fuego, con palacios, con reyes, con princesas bellísimas, con algún dragón, alguna serpiente que había que matar... con la Luna, con el Sol... y los hechos extraordinarios pero bien ordinarios allí se fueron sucediendo. Un buen día le decía a mi madre: "Mari, ya me han dicho las materias...", otros días soñaba con una princesa blanquísima que se le aparecía, otras con un maestro... ¿Quién sería aquel maestro? Los hechos se sucedían rápidamente y también los pequeños triunfos en su "obra" que le llenaban de felicidad y otras veces no tan buenas que le producían algún arrebato, como botellas rotas, algún aparato que había que comprar nuevo... y lo peor de todo, perdida del "espíritu" y una  vez que yo recuerde incluso, de parte de la piedra al no saber cerrar  bien aquel alambique tan improvisado y casero.
Pero aquel alquimista jamás cedió del todo en su empeño.. porque una extraña luz le animaba... y extraños maestros o seres venían a visitarle. Y lecturas continuadas de la Biblia, vivencia muy real y muy pura  de la religión, ya estábamos en casa familiarizados y algunos un poco hartos del "hijo pródigo", de Pedro, Lucas y Juan y cosas por el estilo. Lo cual le acarreó también no pocos disgustos entre sus hijos ateos y materialistas, y lo peor, burlones. Pero en mi inocencia infantil yo veía a un padre tocado por una extraña luz, por todo, por su manera de hablar que le salía desde dentro, por su convencimiento real de lo que decía no como religiosos y acólitos, por su firme voluntad de llevar a cabo aquel extraño trabajo, aquella extraña "obra" como él la llamaba, que le "habían dicho" que le iba a curar y nos iba a dar una nueva vida.
Pero a pesar de lo increíble y de las burlas y el cachondeo de algunos cuando no el enfado infundado
realmente, yo no dejaba de observar e intuir que "algo" había. Recuerdo muchas anécdotas, algunas
casi imposibles de contar en un medio público cualquiera, pero algunas te dejaban efectivamente marcado.
Especialmente alguna vez, cuando entraba a la cocina y veía en la mesa un libro antiguo titulado "La
Entrada Abierta al Palacio Cerrado del Rey", de un ingles de gracioso y retorcido nombre, en el que decía que "veras unos ojos de pescado relucientes, en el régimen negro" o algo así. Efectivamente, mi madre estaba llena de ensimismamiento y asombro mientras cocinaba y echaba un vistazo al viejo libelo pues era exactamente lo que estaba viendo en el interior de la botella que hervía en el taller cerrado con candado de al lado.
Y el tiempo pasó, entre extrañas vivencias que ninguno sabíamos muy bien que significaban, frías noches y días de inviernos secos en aquellas áridas tierras manchegas, animadas por los fuegos de los hornillos y de las "salamandras" como él decía, cuando un buen día sucedió el milagro. Creo recordar que alrededor del 25 de julio, se trajo de misa una hoja de la "Buena semilla", que representaba a Cristo dando un manotazo a Satanás. Mi padre había llegado a la "Medicina". Al principio no sabían lo que era realmente, se la dieron a probar a la gatita, y como a la gatita no le paso nada, sino que salió corriendo escaleras arriba con gran vitalidad, entonces la probó mi padre. Uff, desde entonces, idas y venidas del baño, sudores, y mi padre empezó a recobrar el color de cara. A los dos o tres días, los dolores y el abatimiento cesaron totalmente y mi padre abandonó la cama, entonces le vi lleno de una luz y una fuerza que no tenia antes, también la cara más suave y luminosa, los ojos luminosos, sus piedras habían sido expulsadas y la enfermedad vencida. Ya no volvería a tener más dolor.
Entonces, los hechos siguieron sucediéndose rápidamente, decía mi padre que aun tenia que fortificar
la "Medicina", y seguía trabajando, días y noches... yo cada vez veía a mi padre lleno de mas luz
y sabiduría, se había operado una auténtica transformación en él, de un hombre abatido, caído totalmente y oscuro por una terrible enfermedad, se había levantado un hombre lleno de luz, fuerza, carácter, genio y alegría. Un verdadero milagro, que no produce cualquier "medicina".
Entonces decía que todo se lo había dado Dios, que nadie más le había ayudado...realmente en toda su vida,  y empezó a aparecer gente por la puerta, normalmente pidiéndole medicina para sus dolencias... especialmente recuerdo a unas videntes de Valencia, que vinieron porque ella, la vidente, estaba contagiada de las miasmas de las personas a las que trataba, y señalando al armario donde guardaba la Medicina, dijo "Tiene usted allí una gran Luz..."
Hasta que aparecieron también gentes de alta alcurnia, médicos y algunos ingenieros o científicos, que no se realmente como se enteraron de la "movida"... porque mi padre jamás puso ningún anuncio en ningún sitio, todo lo contrario, siempre procuró mantener todo en el mas estricto silencio y secreto. Al único hijo en la familia al que me permitió tener algún contacto mas con todo aquello, fue a mi, el mas pequeño, un crío, y cuando le afeaban esta conducta, siempre decía: "Déjame... que yo se bien lo que me hago. Los niños tienen el corazón limpio y no verán nada raro en esto como los mayores"..
El caso es que yo me convertí muchas veces en su mejor ayudante, repasándole los escritos, buscando
historias que tenían que ver con la alquimia en la mitología griega, recuerdo especialmente la historia
de Jasón y los Argonautas, que decía el que era pura alquimia donde yo solo veía las hazañas de valerosos héroes griegos (era un apasionado de la historia de la Grecia Antigua y en particular de su mitología, filosofía e historia). El pasaje en que Hermes se aparece a Ulises mostrándole la hierba Molly, de raíz  negra y de flor blanca para curarle de los encantos de Circe se lo enseñé yo cuando ya me intuía que eso iba de alquimia. En fin.
Mi padre siempre fue un hombre honesto, honrado. Jamás le vi de mujeres, bebidas alcohólicas, vicios, bares, juegos, salidas con peñas, política. Aborrecía todo eso, y aun mas siempre estaba criticando la Religión, la política y la sociedad. Decía que la sociedad estaba perdida, que la Política no era política, y que la Religión no era religión, a pesar de que el estaba siempre con la Biblia y Jesús y María.

Un día, estando todavía en aquel extendido, silencioso, abandonado pueblo manchego, llegó a una Medicina tan potente, que tuvo unas visiones como nunca llegó a tener. Vio sus vidas pasadas, chocando en esto con sus amigos religiosos, las vio vívidamente, en una fue sacerdote egipcio, en otra cardenal católico y en otra la Inquisición le quemó, que yo recuerde. Vio al Señor, y a María, con mucha luz; el Señor le puso a un lado donde estaban otros hombres vestidos de blanco. Vio el futuro, vio la subida del nivel de los mares, cuando todavía no se había empezado a hablar en los periódicos del cambio climático, ni mucho menos, el desastre de la Naturaleza, que todo cambiaría, el desorden moral de los tiempos que venían, que le asustó, y ya al final vio grandes revoluciones y desastres, (aunque después venía una nueva era totalmente diferente, espiritual), cosa que le hicieron abandonar totalmente la ingestión de aquella Medicina que se volatilizaba fácilmente. Habló con su Maestro, el cual le enseño los mundos sutiles, los de arriba y los de abajo, vio el destino de las almas humanas, la vida terrestre cómo realmente era y el plan infinitamente sabio pero infinitamente también incomprendido de Dios para este mundo. Se elevó sobremanera sobre el normal entendimiento hasta tal punto que ya no pudo soportar más.
Y en alguna de sus visiones le revelaron que Hermes Trismegisto le había guiado y protegido, aparte
de maestros tibetanos de tercera, que cambiaríamos de vida, en un entorno lleno de pinos, en una casita bonita y cerca del mar.
Y así ocurrió, nuestra vida cambió totalmente y pronto nos vimos camino de Barcelona, y llegados a un paraíso que yo nunca habría podido imaginar, pero si que a veces se me aparecían en la lejanía en sueños o visiones diurnas unas rosas en flor que pude admirar en el jardín de la casa, debajo del esplendoroso Sol mediterráneo.
Y mientras recuerdo todas estas entrañables vivencias, asimilo que debo dar gracias a Dios para llevar a cabo otra extraña misión, misión que me ha sido encomendada solo a mi, mientras veo que mi vida va cambiando totalmente de día en día, vertiginosamente, rodeado de personas que me están apoyando cuando yo nunca lo hubiese creído o recordado, cuando estaba sumido en el fondo de un pozo, cuando ya no esperaba nada, Dios me salvó como la oveja que se cayó en el pozo para que pueda contaros hoy día todos los detalles que pueda recordar de esta increíble historia que para mi ha sido muy real. La historia de una salvación cierta y verdadera de mi propio padre de un atroz sufrimiento, cosa que vi con mis propios ojos y por tanto nadie me podrá negar jamás, la historia de una salvación ciertamente divina, pues mi padre no tuvo ningún maestro real en vida, cosa que vi, olí y toque, la historia de los desprecios y la maldad del mundo así como unas pocas flores bellas que dieron sus frutos, la historia de mi isla de afortunado, la historia de mi separación y resentimiento del mundo pero a la postre de la salvación en un Arca que todavía inquiero, deseo saber, de dónde viene, porqué y para qué.
En ello estoy, mientras en mi vida diaria siguen sucediéndose compañeros de camino, amigos y personas que de corazón me están apoyando con su corazón, cosa que estoy seguro que mi Dios y el suyo recompensarán un día.
Mientras sigo recordando en mi corazón, para seguir escribiendo algunos capítulos más de esta apasionante, única e irrepetible historia
.


Y estaba en estas meditaciones cuando un buen día de primavera lleno de flores, hojeando un viejo libelo de mi padre, me fueron abiertos los ojos de repente... y comprendí que de verdad la Gran Obra es el Muy precioso Don de Dios, veía todo lleno del Amor de Dios como no lo había sentido nunca antes, como si el sol, los arboles, todo, estuviese interpenetrado de una energia divina tan sutil y dorada que te da la completa felicidad en este mundo, que te da la idea cierta y verdadera del Paraiso en este momento presente. .




jueves, 6 de noviembre de 2014

¿QUIEN PUEDE SER UN ALQUIMISTA? (II)

Vamos ahora a corroborar lo dicho hasta ahora sobre el carácter y condiciones propias del verdadero
alquimista, que ya vimos en la página precedente, en la vida y los consejos de tres grandes maestros
alquimistas de antes; el  grecoegipcio Zosimo, del siglo III de nuestra Era, después los del maestro árabe
Jabir ibn Hayyan (siglos VIII- IX), y por último de Alberto Magno (siglo XIII), como se ve cada adepto
 perteneciente a un período histórico y una religión o tradición cultural diferente (el primero
neoplatónico o hermético, el segundo musulman y el tercero cristiano).
Hay que tener en cuenta, que algunas de las cosas de las que dicen, ya no son tan válidas, sobre todo en la parte operativa comentada por Alberto Magno, no hace falta una casa de tres pisos, ni grandes cantidades de dinero como condición para hacer la Obra de los filósofos. Esto es conforme a las condiciones de su época, más no en lo referente al carácter moral y disciplinado del artista, esto sigue siendo tan válido en aquellos tiempos como hoy en día.


 CONSEJOS DE ZOSIMO DE PANOPOLIS (siglo III d. C, Alejandría de Egipto)
…."Por otro lado Zosimo afirma que la doctrina correcta era conocida
 por los iniciados desde hacía tiempo, y que se había plasmado en las
 obras de "muchos antiguos" y en los escritos de los judíos. Eso sí,
 esta sabiduría está dispersa y oculta en mil libros, que a su vez
 están distribuidos en las bibliotecas de los Ptolomeos y en las de
 los grandes templos, entre los que Zósimo destaca especialmente el
 Serapeion de Alejandría (destruido en 390 d C.)
 Con un saber puramente libresco, sin embargo, no puede hacerse
 nada,. Un verdadero alquimista debe además reunir ciertos requisitos
 personales y de carácter, condiciones especiales que no deben
 evaluarse como demasiado escasas. Para llegar a ser un adepto debe
 mostrarse una diligencia infatigable, y además debe uno atenerse
 siempre a la verdad y ejercitarse exactamente en las mismas virtudes
 que hoy se esperaría encontrar en un científico. Pero hay que añadir
 algo todavía más importante; quien quiera dedicarse a la Gran Obra
 debe demostrar sobre todo que es digno de la imprescindible gracia
 de Dios, debe estar lleno de piedad y de buenas intenciones, ha de
 estar libre de egoísmo y codicia, tiene que estar siempre dispuesto
 a rezar y a sacrificarse por la sabiduría salomónica. Y más
 importante aun: el alquimista debe ser capaz del ensimismamiento
 anímico más profundo, y solo debe practicar el arte divino en razón
 de su divinidad. Zosimo cree de verdad en lo que dice. Y lo cree en
 sentido literal. Exige el más profundo rigor moral, la falta de
 seriedad lleva inevitablemente el signo del fracaso marcado en la
 frente, y todos los intentos de los no iniciados- también de los no
 iniciados desde un punto de vista moral- están condenados de
 antemano a la esterilidad.
 Y estériles son sobre todo los esfuerzos de aquellos que de ninguna
 manera persiguen el conocimiento interior, que no se afanan por
 conseguir la "gnosis" interna, son que solo intentan curar la
 enfermedad de la miseria como si ellos fueran sus propios médicos
 Según Zósimo la mejor manera de curar esta enfermedad es casándose
 con una dama rica y hermosa.
 Por otro lado, no basta en absoluto con abstenerse de sentir
 avaricia y con tener un corazón puro para cumplir todas las
 exigencias que Zósimo impone a la personalidad de los alquimistas.
 Para que el discípulo del arte llegue a ser un verdadero adepto debe
 haber sido instruido de una manera determinada, debe estar bien
 formado. Un verdadero adepto puede determinar los tiempos correctos
 y los momentos más favorables para la realización de la gran obra,
 ya que conoce la influencia decisiva de los planetas. Además, ha de
 conocer las oraciones y los conjuros apropiados, la magia, las
 fórmulas y las manipulaciones mágicas que precisa, por un lado, para
 procurarse el auxilio divino, y por el otro, para defenderse de la
 influencia de los malos demonios que pueden echar a perder la Obra.
 Zosimo menciona al espíritu demoníaco persa "Antimimos",
 el "adversario", que en la gnosis cristiana aparece como la
 contrapartida de Cristo.
 En los Cheirokmeta que están dedicados a su hermana, Zósimo se
 expresa con más detalle sobre la esencia del proceso alquímico. El
 lo concibe como un proceso análogo a la creación del universo,
 la "Kosmopoia". La creación química comprende la purificación y la
 liberación, la redención del pneuma ligado a las sustancias o
 cuerpos. Pero, qué es lo que sucede en el acto de la creación
 alquímica? Demos la palabra al propio Zósimo.
 "Pues para la perfección del sol celestial, rey del cielo, ojo
 derecho del mundo o "anthos", llamado también florecimiento del
 fuego, el cobre es elevado por el pneuma, cuando este,
 suficientemente purificado, contenga "anthos", es decir, el color o
 el brillo del oro, transformándose así en cielo terrenal, en el rey
 de la tierra"
……"Sin embargo, la transformación de lo negro en lo dorado solo se
 consigue –y volvemos otra vez a las advertencias fraternales- cuando
 se mantiene a distancia a Antimimos, y se cumplen además todas las
 demás advertencias dadas por Zósimo. Dios solo revela la verdad al
 ser humano que es digno de dedicarse al arte divino, y esto lo hace
 a través de los sueños y de las visiones que tienen lugar durante el
 curso de un mágico sopor. El Señor se lo da a los suyos durante el
 sueño, y cuando la verdad fundamental de la alquimia se apodera del
 alquimista, entonces todas las operaciones químicas no son ya par a
 él más que "un juego de niños o un trabajo de mujeres"


 JABIR IBN HAYYAN (GEBER EN ROMANCE, siglos IX-X, Kufa)
 "" Magisterio Perfecto de Geber, Filósofo Arabe
 (Fragmento)
 Por las cosas que acabamos de decir, se ve que aquel que quiera aplicarse a
 nuestra Obra, debe tener varias cualidades. En primer lugar, debe ser sabio y
 consumado conocedor de la Filosofía natural, pues aunque fuera rico y tuviera
 mucho ánimo e interés en nuestro Arte, nunca lo podrá conocer si no ha estudiado
 la Filosofía natural; ya que esta ciencia le proporciona las luces y los
 recursos que su espíritu -por vivaz que sea- no le podría inspirar. De esta
 manera el estudio compensa el defecto de la inteligencia natural. En segundo
 lugar, es preciso que, el artista tenga espíritu vivo, penetrante e industrioso,
 porque cuando posea todas las ciencias, si no tiene habilidad y destreza
 natural, nunca podrá ser filósofo; pues al llegar a un fallo en su trabajo, lo
 remedia inmediatamente con su habilidad. Cosa que no haría si, para corregir su
 falta, sólo contara con la ayuda de la Ciencia nada más. Y de la misma manera
 con la ciencia adquirida le será muy fácil evitar muchas faltas, donde podría
 muy bien caer, sin ella (la Ciencia), si sólo poseyera la sola habilidad. El
 Arte y el espíritu se ayudan mutuamente y se suplen los defectos el uno del
 otro. Nuestro artista debe ser también firme y resuelto en lo que haya
 emprendido, y no se entretendrá en cambios incesantes, haciendo ahora una prueba
 y luego otra. Pues puede estar bien seguro de que nuestro arte no consiste en
 una pluralidad de cosas; no es ahí desde luego, donde está la perfección. No hay
 más que una sola Piedra, una sola medicina y una sola cocción. En esto consiste
 únicamente nuestro Magisterio, al que no añadimos ni una sola cosa extraña, ni
 en nada lo disminuimos, a no ser en la preparación que le damos, en la que
 quitamos lo que hay de superfluo e inútil. Otra cosa que también le es muy
 necesaria al artista, es que debe dedicarse a su trabajo con cuidado hasta que
 lo haya concluido por completo, y no debe dejarlo nunca a medio hacer, de otra
 manera su obra -imperfecta- en vez de proporcionarle provecho e instrucción,
 sólo le causará problemas y desesperación. Es preciso, igualmente, que un
 artista conozca los principios y las primeras raíces, que son la esencia de
 nuestra Obra. Aquel que no sepa por donde empezar, nunca llegará al fin. Por eso
 te he de hablar ampliamente de ello en este Libro; lo que voy a decir será
 bastante claro e inteligible para los sabios y avisados, y bastará para
 otorgarles el conocimiento de nuestro arte. El artista además, tiene que ser
 moderado y no debe dejarse arrebatar f ácilmente, no vaya a ser que estropease
 con su rabia, la obra que haya empezado."
 "He aquí otro consejo muy importante que voy a darte. No te entretengas en las
 sofisticaciones que se pueden hacer en este Arte, aplícate sólo en su
 perfeccionamiento, Nuestro Arte depende de Dios que se lo da y se lo quita a
 quien quiere, y como es Todopoderoso e infinitamente adorable y justo, así como
 misericordioso, castigaría implacablemente los engaños que hicieras con tus
 obras sofisticadas, y no sólo no permitirá que conozcas nuestro Arte, sino que
 te cegará y te hará caer aun más en el error, y de ahí te sumergirá en la
 miseria y la desdicha, de donde jamás podrás salir."


 ALBERTO MAGNO (siglos XII-XIII)
 Primero: el alquimista debe ser silencioso y discreto, llevar una vida modesta y no revelar a nadie su secreto bajo ningun pretexto, so pena de ser considerado un farsante. Es conveniente que evite la protección de interesados y de príncipes.
 Segundo: Es conveniente disponer de una morada en un sitio particular, apartado de los hombres. En la vivienda debe disponer de tres habitaciones, en las que realizar las sublimaciones, las destilaciones y las disoluciones.
 Tercero. El alquimista debe respetar el momento de hacer las operaciones, y las horas adecuadas para cada proceso.
 Cuarto. Debe ser rápido y constante en su trabajo, pero la impaciencia no suele resultar una buena aliada.
 Quinto. Es necesario que opere según las reglas del Arte, siguiendo el viejo orden establecido, procediendo en primer lugar a la trituración, en segundo a la destilación, en tercero a la fijación, en cuarto a la calcinación, en quinto a la disolución, en sexto a la destilación y en séptimo a la coagulación. Si no lo hace así, perderá sus poderes y los resultados no serán los adecuados.
 Sexto. Todos los vasos y recipientes en los que se guarden medicamentos, aceites y aguas deben llevar grabados a fuego el nombre de estos y ser de vidrio o vitrificados. Si se colocan aguas sutiles en un vaso de cobre, se vuelven verdes, y si se colocan en uno de hierro o plomo, se vuelven negros y se alteran.
 Séptimo. El buen alquimista debe estar siempre atento a los trabajos realizados por sus discípulos, y si sus resultados son buenos, aquellos no querrán abandonarle.
 Octavo. La persona que no tenga bastante dinero para comprar lo necesario para el Arte, que no se consagre a las operaciones. Si después de comenzar la Gran Obra se le acaba el dinero, lo habrá perdido en vano y el tiempo empleado"
 Alberto Magno, Libellus de Alchemia